
Sonia Martí es guionista y consultora de guion. En este artículo, nos comenta reflexiones sobre la representación de personas LGTBI+ y la responsabilidad de quienes crean contenidos de ficción con personajes diversos.
Hay un hecho obvio: la realidad social y los cambios que se producen en ella siempre se ven reflejados de un modo u otro en la ficción audiovisual, pero la ficción no es solo un reflejo de la realidad. Tiene la capacidad de generar nuevas ideas y realidades que calan en el imaginario colectivo. Este viaje de ida y vuelta es muy poderoso y forma parte de nuestra cultura. Nuestras ficciones son importantes, nos definen pero también nos crean. Y no importa que sean productos de consumo o de autoría, todo cala.
Por supuesto, esto nos lleva al hecho clave de que necesitamos y nos merecemos una representación diversa, real y honesta de los personajes que se crean.
Un estudio de hace unos años reflejaba que en EE UU el 80% de la población solo conoce personas LGTBI+ a través de su representación en medios y en ficción. Este dato nos corrobora lo que supone la representación, pero sobre todo nos dice la importancia del cómo se representa. De nada nos sirven personajes llenos de clichés y que perpetúan estereotipos negativos, prejuicios y odio hacia ciertos colectivos.
En España, ODA (Observatorio de la Diversidad en los medios Audiovisuales) desde hace tres años realiza un estudio en el que analiza la imagen de las personas LGTBI+, racializadas y con discapacidad que se muestra en la ficción audiovisual española. El objetivo es impulsar un cambio y lograr medios más responsables y diversos. Los resultados de los estudios a lo largo de estos años han mostrado muy claramente cómo es esta representación, qué evolución se está dando y qué líneas de actuación serían necesarias para mejorarla.
Es un hecho que desde hace unos años ha habido un aumento en el número de personajes LGTBI+, racializados o con discapacidad en las ficciones. También, en paralelo, entre les creadores de ficción también se observa más diversidad, y por lo tanto el abanico de temas y personajes se ha ido ampliando. Aún así, lo que se ha encontrado en el último informe es una gran polarización.
«Aunque el porcentaje de personajes del colectivo haya crecido significativamente, en el cine, el 63% de todos los personajes LGBTI+ pertenecen únicamente a 3 películas de las 51 analizadas: ¡CORTEN!, Poliamor para principiantes y Donde caben dos. En las series no mejora mucho esta polarización del contenido, teniendo el 48% de los personajes LGBTIQ+ de todo un año en tan solo seis series de las 43 analizadas: Elite, Todo lo otro, El internado: Las Cumbres, El pueblo, HIT y Cuéntame cómo pasó».
Informe ODA, 2022
Esto supone que se ha obviado la diversidad en el contenido de aquellos productos que no tienen como objetivo un público concienciado o nicho. Esta segmentación puede provocar más distanciamiento entre el público y generar burbujas de contenido que no muestran la realidad de una humanidad diversa y en continuo cambio. Así lo considera el presidente de ODA, Jorge Gonzalo: «La cotidianización de la diversidad es vital para romper la polarización y, para conseguirlo, el poder del audiovisual es evidente».
Como guionista y creadora de contenidos de ficción veo que se está dando un debate entre las compañeras del sector más concienciadas sobre la necesidad de reflejar personajes diversos, más complejos y que no se queden en el estereotipo, así como de abrir las temáticas. Pero también observo el miedo a hablar de algo que no se conoce, a hacerlo por cuota o por mero marketing.
En mi modesta opinión, al existir muchos tipos de productos audiovisuales —de autoría, para público nicho o para público generalista—, creo que en los productos más comerciales es donde se encuentra la cuestión más sensible. Aquí es donde una persona que esté creando un relato de ficción audiovisual debe ser consciente y responsable del poder que la representación y la mirada hacia sus personajes va a ejercer en les espectadores. Es un público que en muchas ocasiones solo va a conocer cierto tipo de diversidad a través de una pantalla y de un personaje ficcionado porque en su día a día no tiene contacto directo, sea por la razón que sea.
Por supuesto que como personas que creamos historias tenemos el derecho de hablar de lo que nos resulta más cercano o entendible, de la misma manera que lo tenemos para hacerlo de temas alejados a nuestra realidad. Pero si vamos a hablar de algo que desconocemos es la oportunidad perfecta para documentarnos, hablar con otras personas, investigar e intentar hacer nuestro trabajo con honestidad y responsabilidad.
Existe un ejemplo muy claro en todo esto. Ante la crítica a que se muestre a las mujeres transexuales ejerciendo la prostitución, un sector de creadores opina que por qué no, si es verdad que hay mujeres transexuales prostitutas. La respuesta para mí es clara: puedes representar a tu personaje como te dé la gana, el problema es que si de cada 100 mujeres en el audiovisual solo tres son transexuales y además son prostitutas, estamos generando un discurso muy claro para las personas alejadas de las realidades trans: las mujeres trans son sinónimo de prostitución y el estereotipo continúa. Igual se puede aplicar a cientos de estereotipos. La clave es no perpetuarlos.
Otro debate importante con el colectivo trans es si los actores y actrices deben ser personas trans o no. Es clave que lo sean, no solo porque hay actores y actrices trans con mucha dificultad para trabajar en cine o televisión, sino por lo mismo de antes: tenemos que alejarnos de estereotipos tan básicos como el de que una mujer trans es un hombre disfrazado, por ejemplo, como hemos visto por desgracia en infinidad de series de producción nacional.
Por lo tanto, es importante que crezcan en número los referentes, por supuesto, pero no a cualquier precio. Es clave entender si lo que está siendo representado es un buen referente o no y para una persona creadora esto solo debería suponer informarse y ser consciente de su privilegio. Existe una herramienta utilizada por ODA para sus análisis cualitativos que sería también un muy útil a la hora de escribir y representar personajes LGTBI+: el test de Vito Russo (nombre del cofundador de GLAAD), inspirado en el test de Bedchel, para la representación de la mujer. Se trata de buscar ficciones que cumplan estos requisitos:
- Contener al menos un personaje que sea identificable como LGTBI+.
- Que el personaje sea tan relevante/importante como para que su desaparición tenga un efecto significativo en el argumento. El personaje no está solo para fomentar comentarios coloridos, retratar la vida urbana o ser el objeto de las gracias.
- Que el personaje no se defina únicamente por su orientación sexual o identidad de género. La diferencia respecto a otros personajes no reside solo en su pertenencia a la comunidad LGBTI+, está presente porque tiene peso propio.
Por lo tanto, no cabe duda que es sumamente importante, tanto si creamos como si consumimos ficción, que seamos conscientes del poder que supone y tengamos siempre una mirada crítica con el qué y el cómo se representa lo diverso.
¿Te dispones a crear contenido? Aquí algunos consejos
- Cuenta siempre con una revisión de sensibilidad, alguien experte que se asegure de que el contenido que vas a producir o publicar no perpetúa estereotipos y que representa de manera fiel las realidades que estás queriendo retratar. Además de evitar el fomento de ideas nocivas, conseguirás que tu obra sea más verosímil.
- Si vas a crear un personaje o apoyarte en un protagonista LGTBI+, asegúrate de darle profundidad al personaje. Realiza el test de Vito Russo.
- Sé valiente y da visibilidad a realidades poco conocidas, que no están en el imaginario de la audiencia. Desafía sus percepciones y huye de estereotipos. Tendrás relatos más interesantes y puede que contribuyas realmente al bienestar de las comunidades LGTBI+.