
Un pingüino se convirtió en un icono de las protestas sociales en Turquía en 2013. El animalito apareció pintado en muros y puertas de todo Estambul y se difundió a toda velocidad por las redes sociales acompañado de frases y hashtags reivindicativos.

No se trata de un ave muy común en Turquía, pero sí fue el máximo símbolo de la desinformación del Gobierno y los medios de ese país: mientras las televisiones de todo el mundo retransmitían una noche de junio las fuertes cargas policiales contra los manifestantes, la cadena CNN Turquía decidió que era el mejor momento para programar un documental de pingüinos.

Los activistas turcos crearon un emblema aprovechando la indignación general, respondieron con humor inteligente a la represión y la censura. El ave fue tomando diferentes formas a medida que se difundía por las redes sociales y las aplicaciones mensajería instantánea. En algunas imágenes se le tapó la cara con una máscara de gas, para denunciar el uso de gases lacrimógenos en las cargas policiales, en otras se convirtió en el pajarito de Twitter, con el fin de denunciar la censura también en esa plataforma.
El policía y el gas pimienta
No era la primera vez que pasaba algo así. Unos años antes, se usó la imagen de un policía rociando gas pimienta en lugares inverosímiles para llamar la atención sobre unas protestas civiles en Estados Unidos.

El pingüino turco y el policía americano muestran buena parte del poder de los memes, aptos para viralizarse rápidamente gracias a su capacidad de simplificar una realidad en un vistazo, de usar el humor y la ironía, de mezclar rápidamente diferentes elementos.
Los memes son buenos si son fáciles de entender, si todos nos los podemos reapropiar y transformarlos, si nos los podemos llevar a nuestro terreno, como ocurrió en ambos casos.
El policía y el pingüino explican, además, que los memes son mucho más que bromas entre amigos: forman parte de la cultura popular, son generadores de relato y pueden ser un importante arsenal de lucha simbólica de los movimientos sociales, como resume la investigadora mexicana Rossana Reguillo.
La explicación genética
El biólogo Richard Dawkins publicó El gen egoísta en 1976 y en ese libro aseguró que hay unidades de transmisión cultural que actúan en la sociedad como los genes lo hacen en la naturaleza. Mientras los genes saltan de un cuerpo a otro por medio de espermatozoides y óvulos, hay ideas que saltan de un cerebro a otro, de manera contagiosa. Dawkins se inspiró en la palabra griega mémesis (imitación) para inventarse el concepto del que estamos hablando: meme. Seguramente el científico no podía imaginarse hace casi medio siglo lo lejos que llegaría esa nueva palabra con la fuerza de las redes sociales y todas las derivadas que podría tener un meme.
Por resumir, podemos decir que es una pieza de contenido que incluye una idea más o menos compleja expresada a través de un vehículo (imagen, texto, vídeo, gif, o cualquier combinación de estas…) que permite codificar esa idea. Ambos elementos, la idea y el vehículo, son inseparables, nos cuenta el profesor Limor Shifman.
Cutres y rápidos
Más allá de conceptualizaciones académicas, hay otro elemento definitorio: los memes son cutres por antonomasia. Se trata de combinar elementos y ponerlos en circulación a toda velocidad, así que no hay lugar para la perfección o la técnica, pero sí para las faltas de ortografía, las imágenes pixeladas, los colores que no pegan. Así, además, facilitamos la vinculación con estas imágenes: es más probable empatizar y sentirse parte de una narrativa colectiva, creada de manera popular o desde abajo, y además atreverse a reproducirla o modificarla.
Los memes son tan rápidos que nos llegan a veces antes que el original en el que se inspiran. Cuando empezamos a ver imágenes virales de muñecas gigantes, triángulos, cuadrados y círculos, muchas no habíamos oído hablar de El Juego del Calamar, esa serie de Netflix que ahora todo el mundo parece haber visto. Algunas seguimos sin verla, pero sabemos de qué va gracias, en buena parte, a esos memes que han incorporado la crítica social.

Y eso demuestra que podemos ocupar los memes, es decir, usar imágenes que ya se han viralizado para compartir nuestros mensajes y reivindicaciones. Eso sí, conviene respetar el espíritu humorístico y liviano, un eslogan muy serio e intenso tendrá pocas posibilidades de triunfar en las redes.
El peligro de los memes
En la virtud está la trampa. Precisamente lo que acabamos de subrayar, el carácter ligero y gracioso de los memes, es lo que puede llegar a ser peligroso desde el punto de vista de las estrategias narrativas. Por ejemplo, los memes pueden banalizar mensajes racistas, machistas u homófobos con mucha facilidad. Con la excusa de que son solo bromas, los discursos de odio van saltando de mente en mente como caballos de Troya y de eso saben muchos los comunicadores de la ultraderecha.
Con frecuencia se propagan mensajes discriminatorios y también se marcan temas de conversación a través de los memes. La famosa frase de que da igual si hablan bien o mal de ti, lo importante es que hablen, se traslada a los memes de manera infalible. Hay quienes han entendido bien la capacidad de penetración que tienen estos nuevos vehículos de comunicación y se dedican a generar situaciones que son carne de meme. “Qué más da si se ríen de mí si yo estoy consiguiendo ser tremendamente popular”.
De todo ello hablan desde el colectivo Solo un Meme, que promovió una huelga de memes en las elecciones autonómicas de Madrid de 2021. En este vídeo lo explican muy bien:
La estrategia que promueve @nolesdescasito en redes también se hace cargo de este problema: cuando aumentamos la visibilidad de algo, aunque sea para criticarlo, estamos haciendo posible que llegue a gente que quizá sí esté dispuesta a comprarlo.
Hazlo tú misma
Ya te hemos contado que los memes son esencialmente cutres y que tienen una apariencia espontánea poco cuidada en la que impera el collage y la mezcla de estilos. Es parte de su gracia y de su viralidad, que sigue la filosofía del hazlo tú mismo, recíclalo, reinvéntalo.
Hay muchos generadores de memes gratuitos que ofrecen una biblioteca de imágenes populares a las que hay que agregar el título o texto, por ejemplo IloveIMG, Memegenerator o Imgflip. Otros ofrecen funcionalidades más avanzadas, entre ellas agregar música, vídeos o subtítulos, como es el caso de Kapwing.
Hay, además, formas concretas de generar memes ocasionales, como el que usó a Bernie Sanders en la última ceremonia de investidura presidencial en Estados Unidos. La imagen del político demócrata sentado en una silla plegable con enormes guantes podía colocarse en cualquier lugar del mundo gracias a una aplicación creada para tal fin que utilizaba localizaciones de Google Maps. No importa que la imagen del político demócrata fuese de mala calidad, porque en los memes lo que más importa es la ocurrencia, la rapidez y la viralidad. Si encima consiguen humor inteligente, ya son casi perfectos.
Para profundizar más…
Si quieres saber más sobre memes, cómo analizarlos y cómo utilizarlos, puedes apuntarte al taller «Memes, más que risas» que organizamos desde Laintersección.net el próximo 17 de noviembre. Para ello solo tienes que suscribirte a nuestra newsletter y te llegará una invitación.
Para este post hemos usado muchas fuentes y adaptado fragmentos de textos. Aquí van los enlaces: