
La estrategia del no casito es una propuesta desarrollada a través una cuenta de Twitter llamada @nolesdescasito. En realidad vale para todas las redes sociales, que siguen las mismas lógicas, pero como esto viene de Twitter vamos a contarlo como si fuera un hilo de tuits.
Lo primero que tenemos que saber es que tenemos un sesgo cognitivo que nos hace prestar más atención a aquellos mensajes que nos generan alarma: miedo, enfado, animadversión. Es una cuestión neuronal, mero instinto de supervivencia, pero el caso es que contribuye a que andemos siempre pendientes de estos mensajes.
Hay que pensar también en el modelo de negocio de las redes sociales: viven de vender publicidad y les interesa que pasemos en ellas cuanto más tiempo mejor. Por eso promueven los contenidos más adictivos.
Lo que más interacciones tiene, llega más lejos.
Quienes quieren propagar fake news lo saben, y por eso construyen sus mensajes de manera que crean sensación de urgencia y te dan ganas de compartir rápidamente.
Quienes difunden mensajes de odio, también. Suelen mencionar a otras cuentas más grandes, o entrar en debates de actualidad para intoxicarlos y conseguir más visibilidad.
Aquí tienes un maravilloso vídeo donde lo explica Facu Díaz.
Esto sería un resumen de lo que hemos dicho hasta ahora.
¿Y qué hacemos? No darles casito.
No es solo por no contribuir a hacerles virales, es también por salud mental y porque la atención es un bien escaso y es mejor dedicársela a quien la merece.
Cuando nos encontramos a un trol, lo mejor es bloquear y, si pensamos que está incumpliendo las reglas, denunciar (ante la red social o ante la policía, si son delitos de odio).
Que no te tiemble el pulso para bloquear a quien claramente no ha venido a esta red a dialogar, sino a esparcir su toxicidad.
¿Significa esto quedarnos inmóviles ante el odio? No, por supuesto no. Lo que te estoy diciendo es que usemos nuestro tiempo y nuestro esfuerzo en iniciativas que realmente puedan frenarlo.
Por ejemplo: la próxima vez que veas un tuit racista, en lugar de compartirlo con indignación, dedica un rato a dar visibilidad a colectivos antirracistas, personas racializadas y proyectos en favor de la diversidad.
¿Puede que haya veces que sí que merezca la pena contestar? Sí, claro, esto no es una ciencia exacta, no hay estrategias únicas. Este diagrama quizá pueda ayudarte.
Cada vez que compartimos un mensaje, aunque sea para criticarlo, estamos contribuyendo a que llegue a más personas, y quizá algunas de ellas estén dispuestas a creérselo. Por eso recomendamos el método del sándwich, propuesto por George Lakoff.
La clave: centrarnos en difundir nuestras ideas y no dejar que nos coman terreno.
Si te parecen útiles estos consejos, no dudes en compartirlos. Puedes descargar las imágenes y publicarlas donde quieras, siempre que cites la autoría de @nolesdescasito.